No tenía nada claro el ir a cazar este domingo. Arrastro un medio catarro de esos que hacen que no estés bien, pero tampoco mal del todo, y me apetecía descansar. Así que el sábado por la noche no preparé mis bártulos y me dije que si me despertaba a tiempo y con ganas iría de caza, y si no me despertaba, o me despertaba con malestar, me quedaría en casa, calentito en la cama. Y para que mi cuerpo tomara la decisión, no puse el despertador (siempre lo pongo a las cinco). Con esos pensamientos me fui a dormir.
Cuando me despierto me encuentro bien. Miro el reloj y son las cuatro. Tiempo suficiente para pensar y decidir si me voy de caza o me quedo en casa. Me levanto. Mientras me tomo un café miro la previsión del tiempo en Berga. Frío, pero despejado. Buen tiempo. Las cuatro y media. ¿Voy o no voy?. La dudas me duran hasta las cinco. Es entonces cuando decido tirarme al monte. Preparo la mochila, el almuerzo y cargo la emisora. Me visto con la ropa habitual para frío intenso. Sobre las cinco y media, coche, gasolina y carretera y manta.
Cuando estoy llegando a Ca la Xera, el termómetro del coche indica cuatro grados bajo cero. La helada es espectacular. Afortunadamente, dentro del bar hay un ambiente cálido y de camaradería. Como siempre.
| Detalle del primer puesto |
Hoy batiremos la zona de Garreta. Me toca hacer parada en el camino del Portet. Lo mejor que tienen los puestos en esa zona es, sin duda, el inconmensurable paisaje. Es tremendo, abrumador. Tiene, al menos en mí, un efecto balsámico, tranquilizador, y hace que la serenidad y la emoción me recorran e inunden el alma. Siempre digo que la caza no es solo abatir un animal, también es un paisaje, un bosque solemne, la curiosidad de un arrendajo o un cielo radiante. El paisaje que contemplo desde mi puesto, me vuelve a dar la razón.
Me quedo en la primera parada. Hace frío, pero un cielo casi despejado permite que el sol nos abrace sin tapujos. Al revisar el puesto veo varios pasos muy tocados por los cochinos. Eso me anima, y aumenta mi esperanza de abatir alguno. Pero entonces me llaman por la emisora. Mi compañero Juan me dice que me cambie de puesto. Debo de seguir el camino, y ponerme en la parada siguiente a la suya. El puesto en el que estoy lo dejaremos sin cubrir. Así que recojo mis trastos y camino hasta el puesto de mi compañero que me indica dónde debo colocarme, un poco más adelante.
| Puesto definitivo |
Cuando llego al sitio, reviso la zona y compruebo que los marranos atraviesan el camino por dos pasos muy marcados. Decido quedarme justo en medio.
Empieza la batida, y no tardo en escuchar las primera ladras. Veo perros justo enfrente mío, al otro lado de la canal que el camino recorre. También veo a un zorro salir por patas ante la presencia de los canes. Al poco oigo disparos cercanos. Es Jaume, que cubre el último puesto del camino. Al parecer le ha tirado a un marrano de buena medida y lo ha tocado. No pasan ni treinta segundos y veo, al otro lado de la canal al cochino que, al paso, supongo porque va tocado, se dirige hacia donde están los perreros. Los aviso inmediatamente y logran dispararle, pero no quedarse con él.
Sigue la batida. Avisan por la emisora de que un grupo de seis o siete jabalís huyen por la zona baja de la mancha y se llevan, tras ellos, a un buen número de perros. Es Juan el que confirma la información y me confiesa después que los marranos se han escapado por el primer puesto en el que me quedé. Mala suerte.
| Paisaje con globo |
Sobre las doce, oigo, y veo, a perreros y perros batir la zona alta de la mancha. No tardan en encontrar algo, por lo que avisan por la emisora y nos ponemos todos en guardia. Cuando los perros empiezan a arrear de lo lindo, me avisa uno de los perreros por la emisora. Me está viendo y dice que estoy mal puesto y que baje por el camino unos treinta metros. Le hago caso. Mientras, oigo a los perros venir directos hacia mi zona. No tardo en oír el rumor de un animal acercándose. Al poco un marranete salta al camino, pero lo hace justo por donde me encontraba antes de hacerle caso al perrero. Si no me hubiese movido me sale a los pies, pero la caza tienes esas cosas. Cuando el cochino sale al camino, me viene de cara, pero me ve y se para de inmediato. Entonces le envío un recado, pero no acierto. Se gira y, si antes le veía solo el morro, ahora le veo solo el trasero. Le envío dos recados más sin atinarle. Pero el animal, en vez de atravesar el camino y escaparse, lo que hace es volver a internarse en la zona de batida e intentar salir por la zona alta, donde está Jaume. Mi compañero también le tira, pero con la misma falta de acierto que yo. Así que el jabalí se escapa. Como solemos decir, el próximo día será más grande.
Por la emisora, en tono jocoso, alguien dice "¿seremos capaces de matar un jabalí hoy?". Y con razón, ya que se ha tirado a siete cochinos y no hemos sido capaces de cobrar ninguno. O sea, cero patatero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario