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domingo, 11 de noviembre de 2012

Sábado 10/11/2012

El viernes me llamó mi amigo Miguel, aprovechando que este fin de semana se queda por aquí, para ir juntos a cazar. La verdad es que el finde cinegético se presentaba la mar de bien. El sábado a Valls de Torruella  y el domingo caza en las canales, en Berga. Miguel me propuso ir a cazar el domingo, pero como estaba pendiente de un compromiso familiar, le digo de ir el sábado, por si las obligaciones, y finalmente así ha sido, me impiden salir el domingo.

Cazar en Valls es muy diferente a cazar en Berga. El paisaje es mucho más suave, y aquí es casi imprescindible el rifle, ya que los puestos, muchas veces, están junto a campos de labor, alguno de grandes dimensiones. 
Se empieza a cazar bastante más tarde que en Berga. Primero se hace fuego en la caseta, se almuerza tranquilamente y se comenta la jugada. Mientras, hay gente que va a comprobar rastros para minimizar el riesgo de no encontrar a los cochinos. Total, que entre unas cosas y otras, es raro llegar a los puestos antes de las diez. 
Niebla y frío

Por ello quedo en recoger a mi amigo un poco más tarde de lo normal. A las siete.

Cuando salgo de casa todo está mojado. Ha estado lloviendo toda la noche, pero confío que no nos mojaremos ya que, al comprobar, como siempre, el tiempo en internet antes de salir, la previsión dice que no lloverá, aunque en la zona de la batida se esperan nieblas.

Un poco antes de la hora acordada recojo a Miguel y nos vamos para Valls. A medida que nos vamos acercando a nuestro destino el pronóstico se confirma y una espesa niebla hace que nos pasemos la salida de la autovía que debemos de tomar para acceder a la carretera de Solsona. Una vez solucionado el pequeño imprevisto, llegamos a nuestro destino. En la cabaña ya trepita el fuego y son varios los compañeros que están preparando las viandas para almorzar. Nosotros, como no, también lo hacemos.

Llegado el momento, y una vez repartidos los puestos, se nos indica a qué postor debemos de seguir.
Cuando nos dirigimos en caravana a los puestos, seguimos abrazados por una espesa niebla. Tenemos la esperanza de que se levante, al menos un poco, ya que si no, a parte de no ver nada, cazar puede ser peligroso. Vamos los últimos en la caravana de coches que se dirige hacia nuestra zona de la batida. Por lo tanto, al llegar al primer puesto es Miguel el que se queda. Unos doscientos metros más adelante me quedo yo. 

Zona por donde atravesaron los siete cochinos
Aparco el coche junto a un camino, y cuando el resto de la caravana está a punto de retomar la marcha,  atraviesan, a unos cien metros por delante de nosotros,  siete jabalís, todos de buen tamaño pero el primero espectacular, a trote cochinero. Son varios los compañeros que salen raudos de los coches para preparar sus armas, pero el postor nos indica que no hagamos nada, que se están metiendo en la zona de la batida. Lo mejor de todo es que están entrando justo por el lugar donde tengo que hacer la parada, junto a un campo sin sembrar. Me avisan de que esté muy atento por si se les ocurre recular. La verdad es que la visión de los cochinos, para mí un animal extraordinario, me alegra y me anima la mañana.

Una vez todos en los puestos, se avisa por la emisora de que hemos de esperar a que se levante un poco la niebla. Pasa una media hora larga hasta que se da orden de soltar a los perros. 

No tardan nuestros compañeros caninos en dar con los marranos. Al poco un cochinazo tremendo se presenta en el puesto de un compañero, en la zona alta de la mancha, pero logra escapar y se lleva a unos cuantos perros detrás. 

A pesar de eso, se empieza a oír un tiroteo espectacular. Suenan disparos por todas las zonas. Eso hace que estemos muy atentos en los puestos y que la mañana se pase volando.

Sobre las doce son cinco los cochinos que se han abatido, pero todo sigue. 

Detalle del puesto
También oigo a mi amigo Miguel disparar. Me dice, por la emisora, que ha visto un jabalí de buena talla intentar atravesar un campo y que, al dispararle, se ha vuelto para la zona de batida.  El tiro ha sido a casi doscientos metros, por lo que, con miras abiertas, es complicado acertar.

Al poco, oímos ocho o diez disparos bastante seguidos. Al parecer, y según comentan por la emisora, se ha levantado un grupo de siete u ocho marranos que se han presentado en varios puestos.

También sobre la una, ven un jabalí atravesar un campo, adentrándose en la zona de caza. Desde la alturas un perrero lo ve y va indicando el camino que va tomando el animal. Al ver los perros que le acosan, se da cuenta que es el cochino que se ha escapado a primera hora. Pero el animal, no se sabe cómo, desaparece hasta el punto de que los perros pierden el rastro. 

Sobre las dos de la tarde nos dan permiso para retirarnos, aunque siguen los disparos en la zona alta de la batida. El resultado final ha sido de diez cochinos abatidos.

En resumen, una jornada de caza espectacular, con el recuerdo del encuentro con los cochinos a primera hora que, casi, colma mis expectativas. 



El próximo fin de semana más....



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